10 de septiembre de 2011

 Ha pasado tanto tiempo que ya no sé si me lo inventé. He inventado tantas historias que ya no estoy seguro de la mía, ser un cuenta cuentos tiene sus inconvenientes; los ires y venires me han dejado solo.
Las historias de un viejo como yo no son muy entretenidas, no tuve grandes amores ni pretensiones de fama, sólo quería viajar y ganarme la vida de buena manera. Llegué a ser bastante conocido en los pueblos del país y fui feliz, creo que eso es lo importante a esta edad, reconocerse y redescubrirse como un hombre feliz. Aunque el presente no lo sea.
Es que estar de paso en todos lados no te deja amarrar los lazos, los amigos se van borrando, la familia muriendo y tu legado se queda en la palabra. Ahora sé para qué se tienen hijos, para recordarte en sus ojos. No me arrepiento de mi profesión, pero ya no sé si lo inventé.
La verdad  es que sin tener hijos biológicos. Voy  dejando en cada pueblo una parte de mi que se devuelve con una sonrisa aunque no se si lo inventé. Cada día que pasa voy perdiendo su rostro, sólo son recuerdos de recuerdos. Por primera vez alguien seguía mis andanzas y no sólo eso sino que actuaban mis cuentos, juntos eramos animas disonantes que encontraron algo en común pero no se si lo inventé.