7 de junio de 2012

Palabra


A pulso, a nombre desaparecido, me fui haciendo de pequeñas estelas de sonido ronco y no morder la noche desnuda, podría ser la noche, que pasó por mi silueta aun en llamas para no llorar la espera, gemir lo necesario y coronar la madrugada con media tintas.
Necesario, todo se vuelve espeso, retorcido como la náusea que acomete mañanas enteras en partes desiguales, fragmentación indecente, de huesos que quieren crecer antes de ser polvo. Podría convertir en razón momentánea los besos, si fuera una amonestación silenciosa, no está sonajera de pasajes, de intenciones pervertidas.
Mentiras inconclusas bajo prismas engañosos, la mitad no es suficiente y por detrás se levanta un nuevo siglo, el entendimiento escaso se vuelve problema, conciencia del fracaso extremando las posibilidades ajenas. Posiblemente arrepentida de actos inhumanos, gatos que se acomodan a la memoria del sublime momento que siempre ha de acaecer, lógica común de liceo municipal, entre rejas se presumían tomadas de la mano, soltada sin querer.
Calmantes promesas, no olvidar.  Reanudar la búsqueda, la permanente espera de la sangre que no llega. Porque estancados estamos varios, no hay patrimonio que valga y andar arrastrado las sonrisas durante solsticios resulta trabajoso, en el mal sentido de la palabra, palabra.