15 de octubre de 2014

Sobre las puertas

Una puerta es un espacio incierto. No es ni adentro ni afuera, es un intermedio.
Yo le tengo fobia a las puertas, a la posibilidad que atisba esperanzas lastimeras.
¿Qué hay más lastimero que abrir la puerta en la espera, en el suspenso sin límites de mi imaginación?
Una puerta es cruel y mezquina. Es la manera que tiene la estructura de dejarte caer en las profundidades de una desolación que empieza en los pies planos, pasa por piernas chuecas, por sexos lacios, por estómagos flácidos, tetas grasosas, cuellos de almeja, cerebros medicados. 
Una puerta se ríe de mí cada vez que la abro.
Una puerta llora cada vez que la cierro.
Yo le tengo fobia a las puertas.

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