31 de agosto de 2011

Arte feliz


De amor nadie se muere, se decía Javiera en el lecho que la vio decaer 30 días y 29 noches. Ahora, la última noche, la número 30, se daría cuenta de que la vida es relativa y que el amor también mata.
Javiera siempre se refería a Alberto como su alma gemela y jamás se les vio pelear por algo. Eran la pareja perfecta, la que todos soñamos encontrar, la que a veces llega a molestar de tanta cursilería, pero más temprano que tarde, termina. Y Javiera lo sabía, tenía conciencia de todo lo que vendría, pero sencillamente quiso experimentar el amor. Mientras Eros y Thánatos pelean, se seducen y se repelen, Javiera no quiso filosofar sobre qué es amar y, riéndose de ellos, encontró en Alberto un pololo de los más cotizados, el que te devuelve lo que le entregas sin más finalidad que dar.
Y acá se acaba la historia de amor de Javiera y Alberto, porque a quién le interesa leer una historia de amor, después de morir Dios, de caer el muro, del golpe de estado, de Baby Vamp. Creo que un buen escritor buscaría un tema menos trillado, algo más oscuro, más elaborado y si va a hablar de amor, lo haría desde el desamor. Para qué hablar de belleza cuando ya pasó de moda o de una pareja que se quiere, lo que vendría a constituir una pretenciosa arqueología del amor. Es extraño que quiera escribir y sólo se me ocurra como tema una muchacha que ama tanto que muere. Pero mejor sigo indagando en mi subconsciente.
Javiera y Alberto caminaban de la mano, su estado de facebook era “casados” y él ya tenía decidido que era la mujer de su vida. Javiera, en tanto, tenía la misma certeza, porque sabía que su ser se extinguiría antes de lo previsto.
¿Pero por qué? Le falta pasión, le falta verdad a mi cuento. Un escritor debería visualizar, hacer un mapa mental de lo que va a escribir, no se lanza sobre la hoja de papel sin destino alguno. Insisto que no tiene sentido hacer una apología de lo que es sentirse amada, si es que lo sé, y no tengo claro el porqué esta historia de amor melosa despierta mi interés. ¿Y qué pasa después? Después del amor, la soledad y después del amor de Javiera y Alberto, otros cuentos o poesía, no sé.
Javiera...ya no sé, quién me dio la autoridad para hablar de amor. Yo, que de amor sé leer, hasta cocinar me sale más fácil, y soy una mujer moderna (o sea que no sabe cocer un huevo). Javiera, en cambio, la visualizo como una mujer que piensa en Alberto durante la clase y le hace postres ricos para el almuerzo. Él, en tanto, le regala flores que recoge del jardín. Son felices juntos...pero la felicidad no vende, es el drama, el sufrimiento el que se lleva las monedas a fin de cuentas. Podría no importarme eso y vivir de las limosnas, todo por mi arte feliz, pero no me da para tanto. Eso sí, sería original en el 2011 hacer arte feliz. En todo caso, es raro escribir el desarrollo si ya les conté el final, no más suspenso, el arte feliz promulga que de ahora en adelante...me callo.

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